«El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él». 1 Juan 4:8-9
El amor es un componente central de la vida cristiana. Jesús nos recordó en Juan 13:35 que la gente podrá autentificar nuestra relación con Él por nuestro amor. También afirmó que el «amor» era la esencia de todos los mandamientos: el amor a Dios y el amor a los que nos rodean (Mateo 22:36). Y Pablo escribió que la mayor característica de todas es el amor (1 Corintios 13:13). Para rematar la faena, Juan – a quien la historia conocería como el discípulo amado – señaló que quien no ama no puede conocer a Dios, porque Dios es amor (1 Juan 4:8).
Observa que Juan no dijo que Dios es amoroso. Dijo que Dios ES amor. Y hay una gran diferencia entre esas dos cosas.
Una pequeña ilustración puede ayudar en este punto:
En la comedia de los 70’s y 80’s llamada Happy Days, habia un personaje que era la esencia de lo genial. Estableció el peinado y las chaquetas de cuero como estándares de la cultura: era el Pastelito.
Cuando el Pastelito aporreaba una gramola o chasqueaba los dedos, no sólo hacía cosas guays. (Si Richie, Ralph o Potsy hubieran aporreado una gramola o chasqueado los dedos, no habrían molado). Las acciones eran guays porque el Pastelito era guay.
Para el Pastelito, «guay» no era un comentario sobre sus acciones. Era una declaración sobre su naturaleza.
En cierto modo, podríamos aplicar la misma lógica a Dios. Verás, en el primero de los versículos de hoy, Juan no estaba haciendo una declaración sobre las acciones de Dios; estaba haciendo una declaración sobre su naturaleza. Juan quiere que veamos que el amor encuentra su propia definición en quién es Dios.
Esto significa que, de algún modo misterioso, todo lo que llega a nuestras vidas ha pasado por el filtro de Dios, cuya naturaleza misma es el amor.
Incluso en medio de las dificultades, debemos recordar que, pase lo que pase, Dios ha demostrado que su amor es verdadero y real a través de la cruz de Jesucristo. Podemos descansar en la confianza de que todo lo que Él hace por nosotros como creyentes fluye de la fuente de Su carácter amoroso.
Escrito por Michael Kelley, Colaborador Invitado
Para leer más escritos de Michael, visita su blog diario, Forward Progress. http://michaelkelley.co/