UN PRESUPUESTO BÍBLICO

10 de septiembre de 2024

«Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado».  Mateo 25:29

¿Cómo podemos ser buenos administradores de nuestros recursos financieros? Comienza con un presupuesto. Todo buen presupuesto tiene ciertos principios bíblicos a tener en cuenta.

  1. Primero, dale a Dios. La Escritura es muy clara que debemos dar a Dios un diezmo, o el 10% de nuestros ingresos. En las Escrituras se le conoce como el «almacén» (Malaquías 3:8-10) o donde usted adora y es alimentado espiritualmente – su iglesia local. Tenemos que hacer esto antes que nada. Así reconocemos que todo lo que tenemos viene de Él y que confiamos en Él para satisfacer nuestras necesidades. Es una manera de decir, “Dios, todo esto es tuyo” (Proverbios 3: 9-10).
  2. Ahorre e Invierta. Cualquier planificador financiero le dirá que por lo menos el 10% de sus ingresos deben ir a ahorros e inversiones. Las Escrituras proveen la analogía de las hormigas para enfatizar la importancia de este principio. Las hormigas trabajan duro durante los meses de verano para prepararse para el invierno. Cuando se trata de ahorro e inversiones, debemos ser planificadores sabios (Proverbios 6:6-11).
  3. Pagar Impuestos. Nadie ha estado nunca entusiasmado con el pago de impuestos, pero las Escrituras son muy claras en cuanto a que debemos pagar los impuestos que debemos. Después de todo, esos fondos no sólo pagan los salarios de nuestros funcionarios públicos, sino que también financian y mantienen nuestras carreteras, el agua, las escuelas, los tribunales e incluso nuestra protección policial y militar. (Romanos 13: 6-7).
  4. Plan de gastos fijos. Estos son gastos regulares tales como su hipoteca, el pago de su automóvil, los gastos de alimentación mensuales y cualquier pago de deudas. Estos pagos deben ser hechos o hay multas; son gastos fijos.
  5. Administrar los gastos opcionales. Esta categoría cubre todas las cosas divertidas como entretenimiento, vacaciones, compras y pasatiempos. Estas cosas son bonitas, pero no son necesarias.

La conclusión es que todos nosotros estamos llamados a ser buenos administradores de los recursos específicos que Dios nos ha confiado, cada uno de acuerdo a nuestra propia habilidad. Aunque no debe haber comparación en el reino de Dios, debemos aprovechar al máximo la capacidad y oportunidad que Dios nos ha dado. Entonces, ¿cómo te va como administrador de los recursos financieros de Dios? Un día, todos debemos dar cuenta de cómo manejamos «Sus» recursos.  ¿Qué dirá Dios? «Bien hecho; te daré más para que lo administres.» O escucharas un «Lo siento, irresponsable, estoy tomando lo que te di y con lo que no hiciste nada y se lo daré a otro para que lo use para mi gloria.