«El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.» Juan 5: 15-17
Imagínate a alguien conduciendo por un camino estrecho con una sólida línea amarilla en el medio. La ley dice que no crucemos esta línea. De repente, alguien que esta corriendo aparece en nuestra vista. No hay suficiente espacio para el corredor y el auto en ese carril, pero el conductor preferiría antes golpear al corredor que cruzar la línea amarilla. Esto es legalismo, (Y yo he sido ese corredor: reglas antes de que la gente pueda ser llevada a extremos extraños).
Jesús luchó contra el legalismo en todo su ministerio. Y aunque nunca rompió los mandamientos de Su Padre Celestial, a sabiendas hizo caso omiso de las reglas creadas por el hombre para mantener a la gente a raya, tratando de ganar el favor de Dios a través de las buenas obras. Vemos esto cuando Jesús sanó a un hombre en el sábado, el día santo de descanso. Los líderes religiosos de la época deberían haber estado encantados con este milagro. Pero en vez de eso, se perdieron la alegría por estar tan enfocados en las reglas.
Jesús no sólo revela el corazón compasivo de Dios a través de este milagro, sino que le vemos dispuesto a romper las reglas hechas por el hombre para alcanzar a los que sufren. ¿Por qué? Porque estas reglas innecesarias pueden crear tanta culpa y dolor en el proceso que perdemos el verdadero deseo del corazón de Dios. Podemos llegar a estar tan enfocados en obedecer las reglas que empezamos a pensar que podemos ganar nuestra salvación. O podemos llegar a estar tan heridos y agobiados por las reglas que nos alejamos de todo lo que está remotamente asociado con la Iglesia, la religión, incluso Dios mismo.
Muchos de nosotros hemos sido heridos y decepcionados por personas o instituciones religiosas que dicen reflejar a Dios. Por nuestro dolor nos hemos alejado de todo lo que ellos han defendido, incluso rechazando a Dios en el proceso. Si estás curando viejas heridas producidas por personas e instituciones defectuosas, tráelo ante Cristo Jesús. Después de todo, Él ha estado luchando contra el legalismo desde el principio. Deja que Jesús luche por ti, y que el te revele la verdad sobre cómo vivir.