ROMPIENDO CON EL DIVORCIO

22 de agosto de 2018

«Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales”. Malaquías 2: 16

¿Está mal el divorcio? ¿Es alguna vez necesario? Si es así, ¿Cuándo? Malaquías 2: 16 Si no, ¿Por qué no? ¿Y que pasa con casarse de nuevo? Estas preguntas por sí solas pueden causar mucha tensión, porque muchos individuos han sido lastimados en su vida por el divorcio. Ya sea que usted haya pasado por un divorcio o sea el hijo de un divorciado, esta situación es dolorosa e increíblemente complicada. Entonces, ¿qué dice Jesús sobre este tema tan personal y relevante?

  1. Dios quiere que el matrimonio sea para toda la vida. Ese es Su deseo. Para aquellos que están casados, esto requiere pedir diariamente la ayuda de Dios para ser lo suficientemente generosos como para comprometerse con nuestro matrimonio por el resto de nuestras vidas (Mateo 19:4-6).
  2. Debido al pecado, Dios permite el divorcio. Dios odia el divorcio, pero lo permite por DOS razones de acuerdo con la enseñanza de Jesús y las Escrituras: inmoralidad sexual (Mateo 19:9) y cuando un cónyuge incrédulo se divorcia de un creyente (1 Corintios 7:7-10). En estos casos, el creyente ya no está obligado a mantenerse en el matrimonio.
  3. Jesús desea la reconciliación. Aunque hay razones muy reales para el divorcio, Jesús siempre desea la reconciliación si es posible en una relación matrimonial distanciada (Mateo 6:14-15).

Si su matrimonio esta sufriendo, pídale a Dios el valor y la gracia para luchar y trabajar por el, especialmente en los días difíciles. Si usted se ha divorciado, permita que Dios trabaje en su corazón y en su vida. Porque no importa nuestro pasado, el amor y el perdón de Dios cubre nuestros pecados, arrepentimientos, errores e incluso nuestros matrimonios rotos. Deje que Dios obre a través de su dolor y arrepentimiento y busque la voluntad de Dios para su vida. Deje el pasado y el futuro en Sus manos y esté dispuesto a aventurarse en la fe, donde quiera que Dios lo guíe.